Hoy todo comenzó como un día normal: suena el despertador, lo apagas, vuelve a sonar, lo vuelves a apagar y así hasta que decides que, o te levantas, o vas a llegar tarde. Te levantas y hace un frío de la ostia, te duchas lo más rápido posible para volver a ponerte el pijama. Pero antes, uy! Mira! La báscula! Vamos a ver el destrozo navideño... DIOSSSS, ese 93 que me mira desde el display... no, no. No puede ser verdad... Después del quinto intento me voy convenciendo: he sobrepasado sobradamente la barrera psicológica de los 90 kilos.
Pero esto no va a quedar así. Como muestra, aporto prueba gráfica de la cena de esta noche: Queso, pavo en lonchas y un mango. Seguiremos informando.
Dios, que hambre tengo...
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